y lentamente me acaricio,
buscando en mi cuerpo la respuesta
a tantas ausencias, a tantos desencuentros,
Pongo tu nombre en mi mano
y me transformo en galope enardecido
de recuerdos,
de pasiones desvividas
y me izo en tu beso de arrebato
con tu nombre entre mis dedos,
con tu nombre entre mis labios,
zumo que agita el cosmos,
savia que engendra vida,
vida que incendia el caos.
Pongo tu nombre en mi mano
y mi cuerpo me devuelve tu recuerdo
y la noche me aprisiona en roca
y el día me encuentra satisfecha
y el retorno se hace cierto
y tu mano guía a la mía
al final de un camino desandado,
con tu nombre en mi mano.
Sílf.12
(Imagen tomada de la WEB, 1° de diciembre de 2012)
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