Una a una se encadenaron en verso,
sacaron alas y se elevaron
en línea recta tocando el cielo,
amaneció celeste la mañana
y aladas salieron de su boca
las palabras.
Salieron despacio, provocando un cosquilleo,
tintinearon suavemente en el aire
y se posaron en el alma
las sintió tibias, como un baño,
como rayos de sol cálido
en la piel marchita
y como un eco las repitió
abrazándolas con su razón.
Quiso decir algo
y el aire se esfumó en su garganta,
se volvió al vacío y bajando los ojos
enterró su pensamiento.
Caminar se hace difícil
pensó
y en el horizonte asomó una nube.
Cuando quiso dar la vuelta ya no estaban,
esparcidas se quedaron en la huella,
intentar recogerlas imposible
y el frío entumeció su espíritu.
Arrepentido, divisó las lágrimas
que su verso había provocado.
Ajando el pergamino de la aurora,
avanzó dejando las cadenas,
libre,
libre al fin del peso,
que los siglos pusieron en su espalda.
Sílfide2011
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